Imagina que un grupo de gente se empeñe en destruir los textos más valiosos de nuestra cultura. Un grupo de gente que se escuda bajo una cruz para denigrar lo más elevado del intelecto humano, por sus conocimientos y su apertura a las opiniones diferentes.
Imagina a personas que comenten sandeces sobre mujeres intelectuales y hombres de ciencias porque el pensamiento que profesan no concuerda con la ideología cristiana. Imagina a soldados de dios dispuestos a todo por preservar cierta moral. Piensa en hombres y mujeres necios que agitan un único libro y condenan cualquier idea diferente a la propia.
La biblioteca de Alejandría fue quemada en al menos dos oportunidades, grandes libros e ideas se perdieron y los únicos culpables fueron los fanáticos religiosos cristianos. Una pensaría que ya algo así no puede pasar. Quién podría borrar de todos los archivos los textos de Simone de Beauvoir, por ejemplo. No, es ya imposible.
Luego está el hecho de que hemos evolucionado y que sabemos que ahora toleramos más la diversidad de pensamientos y costumbres. Pero miro de lejos y con desdén a una bancada oficialista llena de hombres y mujeres de dios que enarbolan una cruz y dicen proteger a la moral y la familia. Eliminan el concepto de género de una currícula educativa y organizan marchas multitudinarias; luego escuchas a la gente que marcha y lees sus comentarios y sabes que la educación nacional está en crisis. Entiendes que esa gente no lee nada que no sea la biblia, aprecias en sus comentarios odio y resentimiento, poca cordura y análisis crítico. Entiendes finalmente el poco amor propio que el peruano promedio ostenta, que no se digna a llevarse un libro a las manos con la mente abierta y el corazón empático.
La ignorancia no reside en desconocer o ignorar ciertas verdades. La ignorancia consiste en persistir en el desconocimiento, negando la empatía hacia el otro. Ahora y siempre se debe temer a esas grandes masas apasionadas y huecas de intelecto y alma, y denunciarlas por lo que son. Porque la tolerancia no significa callar si no condenar con respeto a la dignidad humana del otro. En cada uno de nosotros debe permanecer perenne el deseo de ampliar los conocimientos, y la lucha férrea contra las lacras de la humanidad: el terrorismo, el racismo, la misoginia, la homofobia y los vicios del capitalismo.
Maravillosa reflexión !!!
ResponderEliminar