de niña me refugié en la tristeza como un lugar seguro y conocido. a los diecisiete me ayudaron a salir de ella con la benevolencia de la fluoxetina y el alprazolam.
Ahora con treintaiún años, sobria, desempleada, con estudios truncos y sin fe en externos; me encuentro con que debo buscarme con la felicidad o algo parecido a ella.
me siento orgullosa de haber llegado hasta acá
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