Ella, dolida y atónita. Yo en plena rabieta existencial a los 25 años, drogada, miserable, necesitada, histérica, pero infinitamente sincera.
Ella dictaminó: pareces una niña.
La niña de más de dos décadas levantó la mirada y musitó:
nunca pretendí ser otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario