Escribo y no hago otra cosa porque es el único oficio que aprendí, no sé hacer más. De hecho, desde niña siempre quise escribir; los mayores cuentan que me desesperaba ante la impotencia de mi analfabetismo; así, solo lograba plasmar
en esas pobres hojas de cuaderno azul y viejo hasta hacerles agujeros mientras exclamaba, retóricamente: ¡por qué no sé escribir!
Mis padres supieron desde ese entonces que yo era una niña "de armas tomar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario