domingo, 29 de diciembre de 2013

hogar

no tenía ni diez años y ya comenzaba a darme cuenta de qué se trataba todo esto. La felicidad solo se daba los sábados por la noche.
Llegaban las pilsen, los azules, los bigotes, las de las faldas, los pupilos y sus sueños, y la anciana que estaba de salida. Todos ebrios, riendo, reunidos.